¿Cómo llegar a nuestros miedos? Intentamos esconderlos, nos pasamos la vida haciendo ver que no los tenemos, entretenemos nuestra mente en toda clase de cosas, siempre estamos ocupados, y cuando llega el fin de semana nos buscamos mil y una cosa por hacer.
Pero en realidad, nos pasa la vida y no nos paramos ni un momento para preguntarnos qué nos pasa. ¿Realmente soy feliz?, ¿ yo soy así?. Qué pasa con esas preguntas, con esos miedos que no queremos afrontar y en consecuencia llenamos nuestras vidas para no tener tiempo y cogerlos de cara
Me hacen reflexionar, las personas que me comentan: No sé lo que me pasa, no estoy bien, siento que no puedo más, pero sin embargo no tengo tiempo ahora Nooo!!! Ponen cualquier excusa para retrasar y no afrontar los miedos que tienen, para no empezar a cambiar a ser realmente quienes son.
Debemos seguir tal y como queremos ser y no seguir y seguir toda la vida, enfermos porque nos da miedo enfrentarnos a nosotros.
Háblate a ti misma de aquello que deseas y no haces, y sólo así podrás encontrar la fuerza para romper los barrotes que te tienen prisionera dentro de tu cuerpo y de tu mente.
¿Cuántas veces te has echado atrás en algo que te entusiasmaba, por miedo al qué dirán o por miedo al fracaso? Eso es lo que quieren que pienses, pero no tiene porque ser así. Rompe los barrotes y verás que tú puedes conseguir lo que quieras.
En este ejercicio vas a enfrentarte a ti misma. Debes pararte y luchar contra esos miedos. Tienes muchas armas para afrontarlos y mirarlos de cara, aunque tus piernas tiemblen no huyas, sigue levantada y lucha. Si caes vuelve a levantarte, y así las veces que sea necesario. Porque tú eres fuerte y poderosa. Confía en ti, en tu poder (que lo tienes y mucho).
No creas que yo no tengo miedos, claro que sí los tengo. Muchas veces mis piernas han temblado, pero me levanto y me digo a mí misma “va, tú puedes”, y cuando viene la famosa frase de “quién eres tú para hacer esto”,”tú no eres nadie”, “qué dirán de mí”, el miedo me paraliza, incluso me acelera la respiración. Pero analizo que es mi mente, y no yo, quien habla, y entonces me digo: ¿y por qué no?, soy tan válida como cualquier otro. Le digo a mi mente que se calle y no le hago ningún caso, le digo ahora no es tu turno, ahora no te necesito, y sigo adelante, porque sé que si le hago caso nunca seré yo misma. Entonces sigo adelante, diciéndome que sea lo que tiene que ser y dejo que fluya.
Ahora vamos a empezar. Túmbate en el suelo, respira y ve serenando tu cuerpo y tu mente con la respiración, siente el peso de tu cuerpo, el contacto con el suelo, empìeza a moverte como quieras. Imagina que el aire que te rodea es muy denso, y te cuesta mucho moverte, también siente la fuerza de gravedad que te atrae hacia la tierra tus movimientos se vuelven pesado y lentos.
Eso tan pesado que te tiene atrapada son tus miedos, tus programaciones mentales, la educación que has recibido, el juicio lo que está bien y lo que está mal, ve identificándolos, porque si no lo haces no sabrás a qué te que enfrentas, identifica tus auto-engaños, y sigue moviendo tu cuerpo, gira por el suelo e intenta liberarte de este peso en cada movimiento. Muy bien, ahora poco a poco ve parando el movimiento, vuelve a respirar profundamente y quédate en el suelo relajadamente. Después coge un papel y escribe que has sentido, cuáles son tus miedos.
A veces, parar un momento y mirar dentro de ti te puede dar las respuestas que siempre buscas fuera y no encuentras.
Verás que tus miedos son producto de tu mente, no son reales. Así pues, páralos. ¡No lo dudes más!